jueves, 24 de enero de 2013

DIOS Y LA GUERRA

Populardesanluis@yahoo.com.ar

Esta es una reflexión, a la luz de la Biblia y de la historia, de por qué Dios puede permitir este tipo de guerras y las implicaciones espirituales que para el mundo occidental y la iglesia pueden tener. Durante las pasadas guerras mundiales y otras más del sangriento siglo XX, muchas personas se preguntaban cómo podían reconciliar su creencia en la bondad, justicia y omnipotencia de Dios con el hecho de que Él permitiese tan crueles acontecimientos; al no obtener respuestas por desconocer las Escrituras, muchos de ellos perdieron su poca fe, otros sufrieron crisis espirituales y algunos más abandonaron la iglesia. Sin embargo, la Biblia no nos engaña y es muy realista abordando el tema de la guerra, por ello es necesario estar bien preparados para evitar sorpresas.
En primer lugar, y para empezar, sería bueno decir que Dios en su Palabra jamás promete que no habrá guerras. Jesús mismo profetizó que oiríamos de guerras y de rumores de guerras, y que unas naciones se levantarían contra otras (Mt 24:6-7). Asimismo el apóstol Pablo, en algunas de sus epístolas, nos predice que el sistema mundial irá de mal en peor (2Ti 3:1-5) (2Ts 2:3-10). La idea social de que mediante la inteligencia humana, la cultura, la educación y el esfuerzo moral de todos se puede a la larga construir un mundo en paz y libre de guerras es una quimera. A veces también los cristianos podemos caer en el mismo error, tal y como ya ha sucedido en el pasado, cuando algunas escuelas de teología enseñaban que mediante la predicación del evangelio y de acuerdo con el plan de Dios, el mundo se convertiría en un paraíso. Es cierto que el evangelio atenúa el mal de forma poderosa, pero éste no será totalmente eliminado hasta que el Señor cree el cielo nuevo y la tierra nueva (Ap. 21).
Es esencial descubrir lo que Dios ha prometido y lo que no para este mundo, a fin de no crearnos falsas expectativas que de no cumplirse darán lugar a la desilusión, la tristeza y la crisis de fe. Tenemos que considerar las palabras de Jesús y no sorprendernos si la guerra nos alcanza. Él nos dijo que “no nos turbáramos” si ello sucediese.

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