lunes, 20 de diciembre de 2010

SE COMPUSO SITUACIÓN EN EL CONCEJO DELIBERANTE

Populardesanluis@yahoo.com.ar
La resolución del conflicto en el Concejo Deliberante de San Luis con la reelección de sus autoridades arrojó una gran derrotada: Zulema Rodríguez Saá.
A última hora y para tratar de evitar que su bloque quedará en minoría trató de impulsar la candidatura a presidente de su archirrival Moira Ponce; pero nadie pisó el palito, y al final debió permitir que «Lalo» Rosso, más conciliador, cerrara con Jacinta Lucero y el bloque Dignidad Republicana el acuerdo de autoridades 2011 que permitió destrabar el entuerto.
Así fue como los «viejos» y los nuevos juraron y Zulema -junto a Adelaida Muñiz- a duras penas levantaron la mano asintiendo y no aplaudieron cuando juró doña Jacinta. Ninguneada por todos la hermana del Gobernador trató de cambiar el día de sesiones y volvió a perder como en la guerra. Después la Gran hermana mandaría a su chico de los mandados, Bastías, a denostar a notorias figuras de la oposición, en su círculo de amigas vertió sapos y culebras e incluso se despachó a gusto contra los varones de su bloque, a quiénes tachó de cobardes y apichonados.
Todo fue en vano; el Concejo tiene sus nuevas viejas autoridades y avanza a pie firme hacia el 2011. Otra vez, lamentablemente para ella y su grupo, la única arma que tendrán para frenarlo será apelar a la «juevitis» de la Lemme.
LAS CONFUSAS MANIOBRAS PREVIAS
Recordemos que a la sesión especial del 10 de diciembre donde se debía elegir autoridades la intendente Lemme faltó con el objeto de sacar del medio a la presidente Jacinta Lucero y evitar su reelección induciendo por otro lado a que un miembro de Dignidad Republicana ocupara ese sitial y perdiera un voto. Para que la zanahoria quedara bien adobada doña Zulema elogió en varios medios a la concejal Moira Ponce y la propuso para la presidencia.
El bloque Dignidad Republicana respondió apurando el asunto del concejal Torres –que está con ausencia no justificada desde hace un mes-, amagando con hacer jurar un reemplazante y lograr así quórum propio. Además Ruffa, concejal de mayor edad, tomó la presidencia para evitar que volvieran a sacar del medio a doña Jacinta.
Aunque mucha gente, comunicadores incluidos, se comieron estos amagues, se debía hilar muy fino para entender lo que estaba pasando.
EL ACUERDO MADURA
Y vino la sesión del miércoles pasado donde, perdido por perdido, el boque PJ-PUL no podía ya evitar la segura nueva gestión de doña Jacinta, que ahora se recostaba, ya abiertamente, sobre el bloque rival.
Dando por inevitable la reelección el concejal Rosso se concentró en tratar de mantener la secretaría legislativa; Dignidad Republicana exigió entonces las dos subsecretarías, mientras seguía amagando con desbrozar el tema Torres. Aunque Zulema echaba sapos y culebras contra «la vieja traidora» y le mandaba en contra a la alicaída rama femenina y sus operadores de prensa, el acuerdo maduraba. Sucedía que algunos de los nuevos concejales de ese sector (Sosa, Quiroga) no se animaban a dejar el cuerpo acéfalo, y no querían dar un salto al vacío arriesgando la banca –y perdiéndola-, como le pasó a su amigo Gomina.
La etapa final comenzó a las 10.30 de la mañana, justo la hora en que debía comenzar la sesión preparatoria; el acuerdo sobre las autoridades se tipeó en veinte minutos, circuló y fue firmado por todos, menos por Sopeña que tenía aspiraciones propias pero el marco político no las alentaba.
Aunque cedía la secretaría legislativa, el bloque Dignidad Republicana colocaba en las prosecretarías a dos fuertes alfiles: a Cecilio Lúquez, ex concejal y ex presidente de la UCR en una y al Dr. Federico Iglesias, exintegrante del tribunal de cuentas (e hijo del «Tato») en la otra.
Cuando al mediodía, en diez minutos, se oficializó todo, solamente una persona no aplaudió y se mantuvo equidistante. Cabizbaja y resentida con todos abandonó el lugar a tranco rápido
Ella sabía mejor que nadie –y su hermano también-, que el ejemplo de la Jacinta –rebelde, presidente y jefa por dos años-, es muy malo para el interior del Partido Justicialista.
Muchos otros pueden querer también abandonar el barco.

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