lunes, 10 de noviembre de 2008

Opinión / RECUERDOS DE LA DICTADURA:

¿Laise era uno más, o era el jefe de la milicada?


Tenemos una duda que nos corroe el alma. Una incógnita que queremos compartir con nuestros lectores. Datos y cifras se amontonan; enigmas que de a poco se van develando.
Tenemos una hipótesis que postular sobre la última dictadura militar. No nos conformamos ya en considerar que Fernández Gez, Franco o Pla eran los jefes de algo, que ellos mandaban u ostentaban el gobierno. Había sin duda otra conducción, que era tanto material como espiritual, que estaba más arraigada y que más conocía San Luis, que el simple ejército de ocupación. No nos referimos tampoco a Marcilese o algún otro chirolita que figuraba como “gobernador”.
Vamos a postular acá una fuerte conjetura. Ya no es pensar en delatores o en algún gran delator como quiere Fernández Gez. Acá tenemos todo un equipo de gente actuando, de gente pensante, con una fuerte ideología detrás, un equipo que recaudaba y que daba además asistencia espiritual a los victimarios. La teoría que vamos a plantear es, simplemente, que monseñor Laise era el jefe de la dictadura en San Luis, él que estaba por encima de todos, el principal organizador y sostenedor del sistema.
Nuestra teoría es bien clara, y la ponemos a consideración. Laise no era uno más como dice Fernández Gez. ¡Laise era el jefe!.

COLOCÓ A TODOS SUS HOMBRES
EN CARGOS
PRINCIPALES

Primer Punto que puede probar todas nuestras conjeturas: Laise dirigió a través de todos los hombres que puso en el gobierno. Desde el ministro de gobierno pasando por todos los cargos del área Educación y cultura y las asesorías legales fueron incontables las personas designadas por “monseñor” y que revistaban como laicos en la iglesia local.
Su poder se agrandó desde 1980 y terminó en forma tremenda hacia el final del Proceso.
Sadoc San Martín, subsecretario de Educación, dio su nombre para la Escuela de El Volcán y no hay poder que lo saque de allí; también colocó como rector de la Universidad a Genaro Neme.
Sus hombres gobernaban, por supuesto, de acuerdo con sus decisiones. Si había un asunto más grave para resolver, el obispo lo planteaba directamente más arriba, con el general Juan Pablo Saá en Mendoza o con el jefe de la base aérea en Mercedes. Su poder era tan grande que tenía terror a ser asesinado. La protección que pedía y las medidas de seguridad que tomaba eran indignas para un representante del Señor, que se supone debe predicar la bondad del reino de Dios.

RECAUDABA BUENAS FORTUNAS

No solo los milicos hacían mucha guita en épocas de dictadura (recordar que cobraban sueldos dobles y se le contaba tiempo doble para la jubilación por el “estado de sitio”); también la “iglesia” de Laise prosperó en forma notable en esta época. Toda la provincia se llenó con iglesias y capillas, se construyeron escuelas religiosas, se levantaron edificios anexos a los templos, etc, etc. No sólo recaudaba el “pastor” con los subsidios que generosamente le otorgaban sus hombres desde el Estado.
Resulta que, y es muy interesante de analizar, todos los funcionarios debían entregar un “óbolo” del 5 % (cinco por ciento) de su salario que iba a la Iglesia. Si alguien se negaba a hacerlo venía una velada amenaza: “¡te vamos a meter en una lista de subversivos!”.
Y así fue como todos aportaban y la “iglesia” prosperaba. ¿Quién podía tener semejante poder como para recaudar de esta forma?. “Los Rodríguez Saá con el Partido Justicialista” nos dirá Ud. ¡Exactamente! ¡Solo alguien que tiene mucho poder puede hacer eso!.

AGRANDÓ INFRAESTRUCTURA Y “LIMPIÓ” LA IGLESIA

Tercera gran prueba; durante la dictadura el obispo construyó y agrandó en gran forma edificios e instituciones de la iglesia, todo con jugosos subsidios. Pero, no le iba a entregar toda esta infraestructura a algún sacerdote disidente. Por eso, lo que primero hizo fue “limpiar” la iglesia de San Luis de curas socialistas, tercermundistas y criticones. Hay pruebas a rolete. Un padre que echó de San Luis fue luego asesinado en La Rioja ¿simple casualidad? A otro cura independiente y honorable, el Padre Rezzano de San Roque, Laise lo volvió loco tratando de expulsarlo. A otro curita que predicaba doctrina social en Mercedes mandó vigilarlo y lo persiguió acusándolo falsamente.
A los sacerdotes amigos les perdonaba todo, a uno de Santo Domingo que pidió prestado colimbas para hacer una pared y se le cayó el edificio matando a uno de ellos, Laise le limpió la responsabilidad. ¿Habría que considerar a ese soldadito una víctima más de la Dictadura?

LA PRIMERA LÍNEA Y LOS AMIGOS

¿Quiénes formaban en esa primera línea como hombres de Laise? ¿Quiénes son los que abonaban al pensamiento conservador y franquista de la iglesia de San Luis y que llegarían a poder con Laise en los años 1979-1980?
No tenemos todos los nombres, pero hay numerosas menciones. En la carta a Massera y dirigidos por el “Richard”, abogado principal, firma toda la primera línea del obispo. Hay muchos más y no es difícil hacer la lista, en San Luis nos conocemos bien.
Lo notable es cómo se denota ya fuerte cercanía entre la elite del obispo y la primera línea del isabelismo- lopezreguista. En la carta a Massera firman los dos bandos. ¿Cuántos de ellos integraron filas de la Democracia Social del almirante?. Después de 1983, cuando “vuelve la democracia”, en realidad vuelven los de siempre.


LA SOCIEDAD CON LOS RODRÍGUEZ SAÁ

Cuando “volvió la democracia” en realidad volvieron al gobierno viejos amigos del obispo: la familia Rodríguez Saá-Páez Montero, de mucha cercanía con su “iglesia”.
En uno de sus primeros planteos a los gobernantes el obispo les exigió tener un vehículo similar al de ellos y con chofer. Y que pusieran una red especial de luminarias en todo su barrio. Todo pago por el Estado por supuesto. Después continuaría sus manejos y prosperidad, como cuando embolsó los dos millones de dólares de la gran “Cruz de la Evangelización” a construirse en una montaña del Chorrillo. La sociedad con los Rodríguez Saá fue de largo aliento y de riqueza promisoria.
Pero ese es otro tema.
Negar el poder que tuvieron el obispo y sus hombres durante la Dictadura es un acto de falsedad e hipocresía que no puede ser realizado por personas honorables.
Laise debe venir a dar cuenta por mucho más de lo que pide Fernández Gez.-

No hay comentarios: