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El crimen ocurrió en Agosto del 2006. Tuvo características impresionantes, comparables con el crimen de José Luis Cabezas. Casi con la misma metodología. Aún así, desde los medios oficiales salieron a minimizar desde un principio, generando un diagnóstico apresurado teñido con un manto de sospecha sobre la hipótesis de que fuera un caso de venganza pasional.
Encontraron el auto de la víctima incendiado y la mujer atada en el asiento de atrás, con golpes en la cabeza.
El Dr. Agúndez defendió al acusado, pero no pudo conseguir demostrar su inocencia, a pesar de lo difícil que resulta comprender semejante horror en manos de una sola persona que, además no mide mas de 1: 60 Mts. Y mas teniendo en cuenta que no hay ni una sola prueba que lo incrimine directamente.
En la última audiencia pública Lucero volvió a levantar la voz y gritó: «Pregúntele al Padre Santurio para que fue a buscar las armas y porque fueron otros policías a la casa de la madre y se llevaron otras pertenencias» asegurando que la madre de Molina sabe mas cosas de las que declaró.
Lucero además se pronunció inocente y armó gran escándalo en las sesiones cada vez que le tocaba declarar. Dijo que había funcionarios judiciales implicados en su condena, y que los verdaderos asesinos son los policías.
El veredicto salió el pasado jueves a la medianoche desde la Cámara del Crimen N° 1, a cargo de la Dra. Diana Bernal y cerró uno de los tantos casos impunes que tiene la provincia, aunque para muchos puntanos queden grandes dudas sobre el verdadero culpable.
A Lucero lo encontraron culpable y le dieron 20 años de prisión por el homicidio de la oficial Lidia Molina. Lucero era cuñado de la víctima y único acusado del crimen.
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