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Por Juan Alberto Gómez
Cuando Miguel de Cervantes Saavedra escribió la novela del ingenioso hidalgo Don Quijote de
Según la famosa novela, este personaje supone que todo noble caballero debe tener, no sólo un escudero, sino que además debe tener una dama en su corazón a quien dedicarle sus victorias. Se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio importancia. Se llamaba Aldonza Lorenzo, y a esta le dio título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre, pensó en uno que fuera acorde al de una princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, místico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
Don Alberto en cambio de Don Quijote, tiene mucha plata y mucho poder. Por lo que puede cambiar de sitios muy rápidamente. Su caballo Rocinante es a veces un avión, otras veces un helicóptero, un BMW o un platillo volador imaginario. Su Sancho Panza, es a veces su Chancho Panza también depende donde esté ubicado, puede a veces ser Adolfo, o Julio o Pérez o Carlos cambian indistintamente; al igual que Dulcinea, tanto como puede ser la más excéntrica de las botineras o la actriz más a mano.
Don Quijote en las imaginarias aventuras, descubre treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como los vio, dijo a su escudero:
–Comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza. aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Siguiendo el paralelismo, Don Alberto de
Don Quijote cayó en una estrepitosa rodada después que puso su lanza en una de las aspas del primer molino, y allí Sancho se acerca y le dice: Vio que yo le dije, eran molinos no mas.
Don Alberto de
Lo dramático de este paralelismo es el final de la novela de Saavedra, porque allí es cuando Don Quijote recobra la cordura y Sancho comienza a perder el juicio.
De tan parecidos estos personajes imaginarios, no vaya a ser que Don Alberto sea quien recobre la sensatez y sus aliados sean quienes queden completamente locos.
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